miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL HELECHO Y EL BAMBU

EL HELECHO Y EL BAMBÚ



Un día decidí darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían que era muy sabio.
-¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.
- Mira a tu alrededor, me respondió, ¿ves el helecho y el bambú?
- Sí, respondí.
- Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.
- En el segundo año, el helecho creció más brillante y abundante y, nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
- En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
- En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
- En el quinto año, un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy  pequeño e insignificante.
- El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.
- ¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Le dijo el anciano. Y continuó…
- El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.
- Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano. Y continuó…
- La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizá sólo estés echando raíces…

Anónimo

lunes, 3 de noviembre de 2014

Mamá

Debería estar trabajando, pero no puedo. No soy de las que va contando cuánto tiempo tendría mi hijo ahora si estuviese vivo, sólo me acuerdo de eso de vez en cuando. pero es justo hoy cuando me puse de parto hace seis meses para dar a luz a uno de los niños más hermosos, en toda la extensión de la palabra, que he conocido nunca.

Y hoy, cuando a él le faltaban unas pocas horas para nacer, casi medio día, es cuando tendría casi seis meses, hoy precisamente, que tengo el cuento que me gustaría contarle. Y no me voy a resistir a hacerlo aunque sea por aquí. Es tan tierno y bonito en sus palabras como en sus ilustraciones. Y se llama como yo, Mamá. Mi hija sólo hace unos pocos días que lo tiene y ya lo "recita", en vez de contarlo, de memoria:




Mamá 
es tantas cosas...


Es casa redonda,
mullida y andante.


Es centro feliz,
seguro y radiante.


Me trajo a este mundo,
pequeño y desnudo.


Me alimenta siempre
su pecho seguro.


Los pájaros cantan 
cuando está contenta.


Y cuando se enoja,
mamá es tormenta. (en ésta mi hija pone una entonación mezcla de misterio y susto)

Teje cantos, cuentos,
castillos de arena,
estrellas y soles,
y la luna llena.

Es igual que un río
si un hijo se pierde. (y aquí a mí se me congela el corazón en la imagen del cuento)


Y cuando lo encuentra,
la selva más verde.


Mamá es la que ahora
me lee estos versos. (ojalá pudiera hacerlo en persona)

Mamá es tantas cosas...
esconde universos.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Agradeciendo cada nanosegundo de vida

Pienso en que la vida es tan frágil, tan milagrosa, que nuestro asombro ante ella bien podría hacer que estuviésemos en contínuo estado de agradecimiento por cada nanosegundo que podemos experimentarla.